Mi ombligo, el mundo

En Uruguay parece que nos viene todo de Europa (aunque compremos online de EEUU). Somos hijos del primer mundo con las ganas de querer igualar a nuestros “padres” autoritarios y opresores. Como país, si pudiéramos oprimir a otro más chico, lo haríamos, estoy segura. Pero somos el país más chico de Latinoamérica, casi en el pie de Brasil y en el trasero de Argentina. Si uno se pone a caminar o el otro se acomoda en la silla, salimos hechos tortitas despedidos hacia el Atlántico. Y seguro seríamos felices, con la esperanza de llegar a las costas españolas para que nos adopten formalmente en esta ocasión.


Así que es normal que usemos sus dichos y expresiones. Vamos, su lengua. “¿Te crees el ombligo del mundo?”. Si habremos expresado o pensado este dicho en más de una oportunidad. Pero tengo la impresión que es una frase muy pero muy de cabeza de mujer. No me imagino un hombre usándola. De hecho no recuerdo alguno que lo haya hecho. Capaz que sí, refiriéndose a una mujer. Las mujeres no solo la usamos. Lo somos. Digo, el ombligo del mundo. Digo, nuestro ombligo es nuestro mundo.


Por varias razones. Podemos ponernos emocionales y decir que es la vinculación con nuestra madre y nuestra descendencia, el cordón que une las generaciones… y seguir esta línea narrativa empalagosa. Pero también es donde se encuentra nuestra panza. Y ay ay ay, hablar de la panza con cualquier mujer es conversación para horas. La aplastamos, congelamos, calentamos, electrocutamos, exfoliamos, escondemos, mostramos… pero nunca, nunca la amamos. Podemos llegar a amar lo que crece dentro de ella, pero jamás la panza. 


Y es motivo frecuente de insomnio, depresión, angustia y todos los estados anímicos que podemos sufrir en micro segundos. Porque hoy, yo, Sra. Moebius,  me levanté “hinchada” según mi sensación-sentimiento único, no sé qué ponerme porque todo me va a quedar mal y todos se van a dar cuenta y van a pensar que estoy gorda, pero estoy solo hinchada… ¿verdad? le pregunta a esa pobre amiga que fue a ver ese día y que sabe que su respuesta puede ganarse la mirada más fulminante de su vida o un llanto incontrolable. Solo porque ese día, es un día de panza “hinchada”. Si llegara a la conclusión que engordó… temón para otro post.


Y eso de ser ombligo, es muy nuestro. Reiki, psicoanálisis, constelaciones familiares, carta astral, biodecodificación, astrología, lectura de las manos, lectura de la borra de café, tarot, etc. ¿Qué mujer se anima a tirar la primera piedra? ¿No han hecho algo de todo eso en algún momento de la vida? Porque estoy preocupada por mí y quiero saber qué me va a pasar a mí y a mí ombligo. Porque si viene la tercera guerra mundial no me interesa, que se lo digan a otro, quiero que me digan cosas sobre mí. O que me van a pasar a mí. Capaz que hablan sobre nuestros hijos o esposo-novio-concubino, pero solo porque es “nuestro”. 


Todo gira alrededor de una mujer. Es verdad. El problema es que lo sabemos. Pero no conseguimos manejarlo. Es como poseer la vacuna del COVID pero no lograr transportarla. Básicamente lo que está pasando ahora. Pero eterno, la historia de la humanidad. Que sin lugar a dudas, empezó con una mujer mirando su ombligo.





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